Las múltiples funciones de la limpieza se pueden dividir en tres grandes categorías: estética, seguridad e higiene. En este artículo desglosamos los tres ejes principales de todo trabajo de limpieza.
La función estética de la limpieza
Una de las funciones más claras de la limpieza: la mejora de la estética del entorno. Es la más fácil de distinguir y primera en la que pensamos debido a su carácter visual. Aunque no nos demos cuenta, la apariencia del entorno por el que nos movamos nos puede afectar a nivel anímico, al estar íntimamente relacionado con la sensación de comodidad. En un entorno sucio, falto de limpieza, desordenado o lleno de polvo solemos sentirnos en tensión: no estamos a gusto.
La estética de un lugar es muy importante de cara a la primera impresión que se llevarán de él las personas que lo visiten. Por ejemplo, en un entorno de trabajo, si la oficina está sucia y desordenada tanto cliente como empleados tendrán una mala impresión y no se encontrarán del todo cómodos.
La seguridad del entorno
Una de las características más importantes de la limpieza es su incidencia directa en la vida útil de los objetos y las superficies. Con el uso, los materiales se desgastan, desde suelos hasta escritorios, pasando por sillas, lavabos, estantes, etc. Una limpieza adecuada y dirigida especialmente a ese material concreto puede alargar la vida útil de los objetos de nuestro entorno, disminuyendo el desgaste del mismo y aumentando el grado de seguridad.
Por otro lado, limpieza incluye orden, y el orden es fundamental en materia de prevención de riesgos laborales. Que no haya objetos atravesados en las zonas de paso o impidiendo el acceso a elementos importantes como extintores o salidas debe ser siempre tenido en cuenta.
La limpieza y la higiene
La función higiénica de la limpieza es sin duda la más esencial de las tres. En su afán por evitar riesgos para la salud, la limpieza descontamina, desinfecta y esteriliza. A través de la suciedad, entendida ésta desde polvo hasta residuos más voluminosos, son transmitidos gérmenes que pueden llegar a afectarnos en nuestra salud.
Mantener los espacios limpios es importante en cualquier caso, aunque hay veces en los que el nivel de limpieza debe ser mucho mayor que otras. Por ejemplo, no es lo mismo limpiar en un hospital, donde todo debe estar desinfectado para evitar la transmisión de gérmenes, que en un taller o en un lugar de trabajos manuales, donde tiene más peso la seguridad que la higiene del entorno.